Trenes.
Suena 'Trains' de Porcupine Tree.
La puta canción que ya se ha apropiado de tu nombre.
Y por mucho que me guste, el título es, muy a pesar, lo que tomo cada vez que me alejo de ti (aunque también es lo que tomo cada vez que me acerco).
He buscado la letra. Dice: 'Muero de amor, y eso está bien".
Está bien, pero siento que me voy a desmayar.
"Mierda." (pienso)
"¿Cuánto hace que no me sentía así?"
Quiero mirarte pero no me atrevo porque cada vez que lo hago siento que me precipito al vacío.
Porque pienso en todos esos besos sin sabor a nada. Pienso en todas esas noches de camino a casa. Todas ellas. Conmigo. Todos los momentos: conmigo. Siempre conmigo.
Todos esos momentos dando por perdido ese rubí lleno de ambigüedad y armonía. Ese rubí que perdí hace tiempo junto con la incertidumbre de no saber si lo iba a volver a tener entre mis manos.
Porque, como leí hace poco: "Vivir la soledad de forma consciente, me preparó para amar por elección, no por compañía".
Y de pronto estabas ahí, encerrado en el pasado como un pasaporte caducado.
Como un boleto desperdiciado de antaño.
Como una página literalmente en blanco (o sin acabar).
Como una Carta Hanafuda quemada y hecha trizas.
Y de pronto resurges de la nada, de las cenizas, del fango como el loto y me despiertas como el ocaso.
Me zarandeas.
Me absorbes.
Me atrapas.
Supongo que tiene sentido, sabiendo que tu cuerpo es un lienzo y el arte tiene la capacidad de renacer.
Supongo que es lógico, porque tus ojos me hacen sumergirme en un mar lleno de tempera y nogalina.
Eres todo eso que pasó realmente antes que cualquier cosa.
Tu voz es el mejor acorde de una guitarra.
Tu manera de tocarme es una sonata de Bach.
Tu mirada es una poesía de Machado, concretamente esa que dice:
"Era una noche del mes de mayo,
azul y serena.
Sobre el agudo ciprés,
brillaba la luna llena"
Tu espalda es el Hanami Japonés.
Tu sonrisa es una ducha caliente en pleno invierno: reconfortante en su ejecución y angustiosa en su final (porque nunca quiero que termine).
Eres la obra de arte más perfecta que se ha expuesto en este museo inconstante y exacerbado que es la vida, aún con tus imperfecciones.
Eres las cuatro estaciones de Vivaldi.
El caos del invierno,
la dulzura de la primavera,
la calma del otoño y
la apacibilidad del verano.
Eres el puto infierno y el puto cielo al mismo tiempo. Así que, voy a tener que decirle a Dante, que no quiero permanecer ni un solo día más en el purgatorio.
Y si el amor es un perro en el infierno,
entonces
agarrémoslo bien y ardamos juntos, tesoro.
Cómo dice Steven Wilson: "Los veranos siempre se escapan"
Y tú eres como ese verano.
(...)
Pero,
aunque te escapes,
nunca terminas de desaparecer.
Comentarios
Publicar un comentario