Crítica 'Nosotros' (Helena Taberna, 2025)

Un milagro que se agota

“El amor existe pero se acaba (casi siempre) y sin culpables.” menciona la directora Helena Taberna durante una entrevista en el programa Días de Cine, y continúa exponiendo: “Si somos capaces de ver que el amor es finito como cualquier otra cosa de la vida, podríamos aceptar ese hecho y tener el recuerdo del mismo, porque no deja de ser un milagro que dos personas se quieran con intensidad, bien sea durante veinticuatro horas o durante dos días”.


La cineasta, conocida por Yoyes (2000), el film que le otorgó el Premio a la Mejor Ópera Prima y Mejor Película, además de su recorrido como creadora de largometrajes de género documental tan reconocidos como Extranjeras (2003) Nagore (2010) o Varados (2019), entre otros, le ha dado vida a este nuevo proyecto basado en la novela Feliz Final de Isaac Rosa cuya sinopsis corta se resume en: “El amor es un lujo que no siempre podemos permitirnos.” y de esos lujos, precisamente, nos habla Nosotros.


El film comienza con su protagonista Ángela (María Vázquez) visualizando la última escena de Viaggio a Italia (Roberto Rossellini, 1954) que casualmente en España su título se tradujo como: Te querré siempre. Una escena de amor romántico que resulta ser una contraposición perfecta a la relación compleja y humana que veremos en Nosotros. En el largometraje, el final de la relación de los protagonistas es paradójicamente el inicio. Y en pro de resultar perfecto antes que paradójico, entendemos como espectadores que lo importante de ese final (por amargo que sea) es que supone el comienzo de una nueva etapa para sus protagonistas.


La película nos sitúa entre el presente y el pasado del vínculo sentimental entre Antonio (Pablo Molinero) y Ángela, simbolizando el primero la ruptura de ambos (ya con una hija en común) y el segundo, cuando comenzaban a enamorarse. Helena Taberna nos hace comprender de una manera extraordinariamente naturalista que la relación está rota con una conversación inicial simple y directa sobre quién de los dos se queda con el sofá. Un mueble que ha transitado las circunstancias del paso de los años -al igual que los protagonistas- y con una piedra en una de sus patas rotas como un vago intento por reparar lo que es irreparable. Así, el sofá parece ser una metáfora de como, aunque intentemos con ahínco solventar ciertas cosas, al final esos arreglos solo resultan ser un parche más, pero acabarán desechadas en la basura.

La puesta en escena del presente se manifiesta de una forma fría, con colores azulados y grisáceos que emulan una especie de bruma de tristeza y desazón en contraste con la luminosidad y la calidez del pasado, cuando el amor estaba comenzando a aparecer. La ilusión y la apacibilidad de la pareja en sus comienzos en contraste con el desdén y la frustración de los amantes durante su final, suponen una fórmula perfecta para zambullirnos en el drama que no es drama, pues como bien apunta la directora, Nosotros va de contemplar el milagro de algo que sucede y que se agota hasta su final, como cualquier otra cosa de la vida.



María Vázquez ya compuso su complejo personaje -que le valió el Goya a Mejor Actriz- en Matria (Álvaro Gago, 2023) interpretando a una mujer impulsiva, y con unas circunstancias duras, precarias y complejas. Sus gestos y su voz rasgada tenían la dureza de la propia situación que representaba, en cambio en Nosotros sus gestos se enternecen y su voz se endulza. Una interpretación altamente distinta a su anterior personaje con la que logra adaptarse a un lenguaje corporal más tranquilo, contemplativo y tierno de forma magistral. Pablo Molinero está preciso en el papel de Antonio, con un temperamento formal, propio de encarnar a un personaje con una profesión culta y sosegada. Es atacante a la vez que afectuoso y pícaro a la vez que condescendiente. Como actor, ha entendido perfectamente las circunstancias previas a las que se enfrenta su personaje y lo percibimos vulnerable, inseguro y rabioso desde un lado comedido, pulcro y confiado como actor.


La música de Pascal Gaigne no enfatiza el drama ni tampoco se hace constar durante toda la película. Está presente, pero sin añadir amargura. Se inserta suavemente como una pieza clave para esta experiencia contemplativa que es Nosotros. Acompaña a los personajes con apariciones leves y, aunque constante, pasa desapercibida, lo cual es un punto a favor pues nos aporta la compañía necesaria, sin interferir excesivamente en la narrativa.



Todos los elementos están pensados para ir acorde con la postura claramente imparcial de Taberna, ese alegato de que el amor es finito y, en ocasiones, solo nos hacemos un flaco favor intentando buscar culpables o sumiéndonos en la culpa. Como bien se especifica al principio del texto, debemos contemplar el amor como algo que se acaba y el "quererse siempre" de Rossellini, puede manifestarse de diversas maneras, pues no hay una única forma de amar. Podemos seguir queriendo a personas que han dejado de existir, al igual que podemos querer a personas que no están activamente en nuestras vidas. Lo que está claro es que quererse es un milagro de tiempo indeterminado y que las rupturas, por dolorosas que sean, también pueden hacernos tener paz en nuestros desdichados corazones.


Por Sherezade Atiénzar.

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