La magia del orden.


Mi padre siempre me ha regalado libros a mansalva. Libro que me llame la atención, es libro que directamente es adquirido para sumergirme en su lectura. Él siempre dice que en un libro no le duele gastar dinero. Francamente, me encanta leer. Mi padre me dijo que tenía un regalo para mí y yo estaba muy emocionada, ¡un nuevo libro!, ¡otro universo para explorar!. Ideas, conceptos, diversión y aprendizaje habitan en él. Cuando leí que en el título ponía La magia del orden, me enfadé, mucho, muchísimo. Fue igual de instantáneo que el ColaCao Turbo, porque lo tomé como una indirecta de "tienes que ser más organizada" y eso me molestó incesantemente. Comencé a decirle que no me gustaba y que qué significaba eso.

Él empezó a reírse y me lo explicó todo, sabe que me encanta el país del sol naciente y todo lo relacionado con él, así que en la dos (cadena bastante concertada en mi casa) vio que le hacían una entrevista a Marie Kondo, la autora de este libro. Le pareció muy simpática y muy concisa en lo que explicaba, y además el libro era todo un éxito. Al oír esa explicación calmé mi ira un poco más y me di por vencida, resultaba convincente, así que empecé a leerlo aunque con cierta lejanía e incredulidad.

A lo largo de las páginas iba sintiendo una sensación cada vez más extraña, empezaba a sentirme más identificada con lo que la autora decía y proponía, el consumismo innato que llevamos en las venas, el comprar por comprar y apegarse a las cosas para no deshacernos de ellas. Empecé a entender el significado de este libro y cuando por fin lo terminé, me di cuenta de que es maravilloso y que me ha cambiad la vida. En cuanto llegué a Madrid comencé a reorganizar mis cosas. Marie Kondo propone que solo utilices lo que verdaderamente feliz, lo que vas a utilizar siempre hasta que cuando no lo utilices más, le des las gracias por todo. La ropa que ya no quería empezó a acumularse en bolsas de basura para donarla. Regalos, notas, objetos tontos, hojas, documentos, botes sin usar, incluso recuerdos fueron desechado. 

Jamás pensé que podía deshacerme de todo eso, pero lo hice, y al acabar, sentí un halo de aire fresco. Me sentí liberada y más feliz. Sabía que esas seis bolsas de ropa que ya no me venía o que no me gustaba (o que simplemente no me iba a poner nunca) estarían mejor en manos de alguien que sí las fuera a utilizar. Al día siguiente, llevé esas bolsas al centro de atención al refugiado, las seis, a hombros.

Sí es verdad que hay cosas del método Kon-Mari que no he aplicado a mi vida diaria, pero gracias a su libro, hoy sigo muchos de sus pasos y pienso mucho cada vez que compro algo. Me pregunto si realmente lo necesito. Según ella si eres ordenado siempre, no tendrás que ordenar nunca.

Lo recomiendo encarecidamente.

ShZ.

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