TOCADA Y HUNDIDA

Christine Wu

Una llamada agria, para seguir alimentando,

tengo ganas de vomitar.

Me hundo sin agua, así que será en la superficie,

en el pozo hondo de mi ego; tan devastado, tan hundido.

Abro las puertas de mi balcón,

me estoy ahogando alrededor de las plantas, el olor, el cielo,

miro la luna con recelo, que parece hacer caso omiso de mis peticiones.

La música provoca un grito sórdido en la ducha,

y ya no diferencio el agua de mis lágrimas.

Una desilusión es una esperanza marchita,

marchita como un ardor en el pecho,

una impotencia guardada.

Marchita como cuando esperas, con amargura que pase el tiempo,

y además, te lamentas de malgastarlo.

Parece que oigo ruidos que solo están en mi cabeza.

¿me estaré volviendo loca?

¿qué es eso que suena?

¿hay algo o alguien?

(...)

No pensé que la paciencia se podía medir, pero comprendí que sí,

al descubrir que el agua del frasco se derramaba entre mis dedos, 

dejándome como un barco que busca desesperadamente la luz de un faro.

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